La felicidad no es algo que se consiga con ingresos, objetos de lujo o personas alrededor. Se trata de un estado que parte de cada uno, de la forma en que decide ver y aceptar la vida. En física, resilencia es un concepto que describe la capacidad con la que un material puede regresar a su forma original tras someterse a una presión. En las personas aplica igual: es la manera en que nos podemos sobreponer a los traumas o circunstancias adversas recuperándonos incluso fortalecidos. “Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante…” (Filipenses 3:13). ¿Y tú, prácticas este hábito en tu día a día?