Todo lo que llegue a nuestra vida, ya sea en pequeña o gran medida, ha de ser motivo de agradecimiento. Las cosas no siempre continúan igual. Aún por las dificultades podemos agradecer: ellas enseñan. Y mientras estemos en esta Tierra, así como lo bueno sucede, lo malo también. Pero en todo el proceso, siempre obtendremos crecimiento. Si así lo elegimos. “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2,3). Y la paciencia, desde luego, como la gratitud, son virtudes esenciales de la felicidad.